martes, 7 de octubre de 2014

Visión y Fe

Me acaban de decir que el sobrino de unos amigos nuestros se ha muerto a los 13 años de edad.
… Y ahora qué? Esos padres, esa familia, sus amigos, qué pasa con ellos?.

El niño está en el cielo, él ya ha dejado de sufrir dolores, incomodidades médicas, la soledad de los hospitales, pero… y los padres,… ahora qué? Han sufrido con el niño, han llorado viendo sufrir a su hijo pero … ahora qué?.

Algunos pueden pensar que empezó su calvario a partir de la muerte de su hijo, otros, que su sufrimiento empezó el día del diagnóstico y que durará hasta el día que se mueran.  Puede ser verdad, yo no digo que no pero  superarlo o aceptarlo depende muy mucho de su actitud, de sus pensamientos, de sus creencias,  de sus decisiones.

La familia es cristiana creyente y eso les ha ayudado en el día a día de la enfermedad.  No  lo pueden entender de otra manera.

Ver como sufre tu hijo con la enfermedad, con las pruebas médicas, con los agotadores días de hospitales con sus largas noches, si no es con la ayuda de Dios no se puede soportar (Dios te pone una venda en los ojos, te va dando “gracias” para poder soportarlo), pero ….. ahora qué?....

¿Quién sosiega el alma de este dolor tan intenso?

¿Cómo se mitiga este sufrimiento?, ¿Cómo se sobrelleva sobrevivir a tu hijo de 13 años?.

¿Cuando se empezará a pasar todo esto?, ¿Cuando se empezarán a aceptar este vacío en nuestra vida?.

¿Cuanto durará este desasosiego?.

¿Por qué Dios ha permitido que un niño de 13 años se vaya cuando aún no había empezado a vivir?.

¿Para qué  pasamos por este sufrimiento?, ¿Para qué Dios lo permite?.


Todas estas preguntas e infinitas más invaden tu mente, día tras día, segundo tras segundo hasta llegar casi a enloquecerte.  Para obtener y dar respuesta se debe tener visión sobrenatural. Creer en la existencia de alguien superior y perfecto que nos adora y desea lo mejor para nosotros, alguien que piensa y actúa en otra dimensión, con otros tiempos, ayuda. Debemos confiar el Él, aceptando, no sin esfuerzo  y con voluntad, conociendo que Dios escribe  derecho con renglones torcidos.

Ana Carrillo
Coaching Religioso

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