sábado, 24 de mayo de 2014

La Gran Sorpresa

Toda mujer y hombre deben de estar preparados para ser derribados en algún momento de su vida.

Los seres humanos deben ser conocedores de que esa persona que siempre ha sido violenta con los demás, no puede ser diferente consigo misma. Tiene que saber que cambiar la actitud hacia los demás comenzará en el mismo instante que decida cambiar la actitud hacia consigo mismo.

Es posible que al comenzar a reconocer la realidad de cada vida personal, las personas pueden llegar a escenarios donde piensen que su vida se está desmoronando, lloran a lágrima viva, sin temor a la crítica, al miedo de los sentimientos propios. Ser conscientes de observar como cada lágrima refleja los dolores internos que cada persona ha vivido fundamental.

Conocerlo les puede indicar que cada ser humano tiene sus propios motivos para hundirse ya que la vida que viven las personas es cíclica, y que no existen gigantes ni héroes que viven para siempre. Por ello, cada ser humano tiene sus motivos para llorar cuando así lo necesite o desee; unos con lágrimas húmedas buscando el consuelo de sus seres más queridos, otros, unas lágrimas alejadas de las miradas sociales. Ambas opciones, de igual manera, respetables.

Todos los seres humanos están compuestos en su células por cuarenta y seis cromosomas, pero son muy diferentes en la manera de afrontar las adversidades. Conocer que las frustraciones son un privilegio de los vivos y trascenderlas un privilegio de los sabios es una buena manera de comenzar ese camino.

A partir de ese punto, la gran sorpresa para tu vida, se puede encontrar mas cerca.






sábado, 3 de mayo de 2014

¿Bajo el peso de mi culpabilidad?


Me cuentan que la actual psiquiatría empieza a moverse en la idea de que son nuestros pensamientos los que generan nuestros sentimientos. Yo me pregunto: ¿Con qué fin? 


Si estudiamos un poco, averiguamos que nuestro sistema límbico recibe la información antes que nuestra corteza frontal, con lo cual es justo al contrario: sentimos antes de pensar, pero esto ocurre en tan corto espacio de tiempo (apenas milisegundos), que no podemos distinguirlo racionalmente.

¿Qué interés existe en hacernos creer entonces lo contrario? ¿Qué puede provocarnos esto?

Si creemos que nuestros sentimientos vienen como consecuencia de nuestra secuencia de pensamientos, y nos dicen también que somos dueños de lo que pensamos, nos hacen directamente responsables de sentir lo que sentimos, más allá de los estímulos recibidos. Esto provoca culpabilidad, el mismo tipo de sentimiento de culpa que hace unas décadas nos generaba el concepto de pecado.

En una sociedad sometida a continuos estímulos, estudiados a fondo para provocar en nosotros la reacción adecuada, es maquiavélico hacernos creer que tenemos la simple alternativa de pensar distinto. Podemos sentirnos culpables e indefensos porque nuestros pensamientos nos lleven a supuestos "desórdenes", cuando en realidad esta reacción está dirigida para que ese sea precisamente el resultado.