martes, 27 de agosto de 2013

La fe.


 La eterna pregunta que todos nos hacemos en algún momento de nuestra vida, ¿necesitamos ver para creer o necesitamos creer para ver?

Se podría considerar que al igual que es necesario sembrar semilla para así poder recoger el fruto deseado, se debe creer para poder ver. Y todo ello porque el ser humano necesita algo en lo que creer, algo que le haga seguir avanzando en su camino, ya que muchos son los que actúan en su día a día pensando en que la fe es energía. La energía que inspira, ayuda,da fuerza y valor, aquella que da el complemento a la fuerza cuando algo falla, cuando no se tiene nada más donde agarrarse.

Esa fe o esperanza, da igual como se le quiera llamar, va a convertirse en la guía, la cuerda que va a sostener a la persona, con el fin de no caer al vacío.

Debemos de tener presente que la fe es esperanza y la esperanza es fe, y eso nada tiene que ver con las religiones o con las reglas. La fe tiene que ver mas con valores como el amor, la ilusión, la bondad, la compasión y la libertad.

La fe es amor, el amor que nos tenemos a nosotros mismos y desde ella saber crear nuestra propia imagen. Imagen que vamos formando desde nuestra infancia en función de las influencias familiares, de la educación, del entorno en el que convivimos, de la información recibida durante nuestra vida.


Todos estos componentes juntos hacen que nazcan nuestras creencias y estás son las que nos van a hacernos crecer o retenernos como personas.


Por ello, recuerda siempre que la fe, la creencia, la imagen eres tu misma/o y ello será la base que necesites para poder crear tu propia estabilidad emocional.


Ten fe, primero en ti mismo. Más tarde, déjala fluir con todo aquel con quien desees compartirla. Ama, comparte, da, recibe, deposita toda tu energía y fuerza en aquello que cada cual decida convertir en motivo o causa de fe.


Se libre para decidir tu fe, para decidir quién eres tú.



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