Cambiar nuestro diálogo con Dios es
importante para transformar la imagen que tenemos de Él, para modificar nuestra
relación con Él y, poder así crecer espiritualmente hacia la meta de todo
cristiano católico que es conseguir un sitio al lado de Cristo en la otra vida.
Llegar a tener una relación estrecha con Él,
de tu a tu, de Padre a hijo/a es mi sueño, mi meta.
Tratarle como Padre, acudir a Él cuando lo
necesite, para compartir mis alegrías y
mis penas es mi meta. PONERLO EN EL CENTRO DE MI VIDA es mi meta.
Pero para esto hay que trabajarlo desde
pequeño, y además no se consigue de un día a otro. Todos los días es un empezar nuevo…
Para ello cambiar nuestro diálogo con Dios es
importante para tener una imagen nueva de Él, una imagen cercana.
Desde pequeños recibimos sacramentos
y formación, estamos toda la vida recibiendo enseñanzas, en misa nos explican
la palabra de Dios, nos muestran, enseñan y vivimos la renovación del
sacrificio de la Cruz. Seguimos formándonos en el colegio. Quien tenga inquietud, fuera de él (charlas,
retiros,etc…)
¿Se ha
pensado alguna vez la importancia del buen maestro?
¿Se ha pensado alguna vez la responsabilidad
del buen maestro?
En cierta medida, todos los maestros de la fe
(sacerdotes, profesores de religión,…) son los que nos enseñan a amar a Dios… o
no, a acercarnos a Él… o no, y:
¿Cómo lo hacen?
¿Para qué lo hacen?
¿Por qué lo
hacen?
¿Cuando lo hacen?
Elegir un maestro que transmita la fe, que
evangelice, que siembre la semilla de la
inquietud en los niños para que decidan seguir formándose e ir al lado de Cristo para siempre… es una
responsabilidad. Hacer que queramos
PONER A CRISTO EN EL CENTRO DE NUESTRA VIDA, es un regalo que se debería
cuidar.
Ana Carrillo
Coaching Religioso
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