Convertirte en
observador de la realidad puede hacerte sentir emociones encontradas en
algunos momentos, para los cuales, nunca se llega a estar preparado del todo.
Alguien dijo una vez
que la vida no pasa en balde, que te va dejando marcado un camino lleno de surcos,
los cuales te hacen tomar decisiones más o menos fáciles. Un camino donde el reír te hace andarlo de
una manera agradable, sabiendo que una sonrisa en una persona resulta
beneficiosa para nuestro organismo ya que el cerebro segrega endorfinas, de
igual manera te hace aumentar tus niveles de adrenalina para hacer volar tu
imaginación, aporta dopamina
para activar tu actividad mental y por último recibes una buena dosis de serotina,
la cual te aporta ese grado de calmante y disminución de la ansiedad que tantas personas
cercanas a mi hoy padecen en exceso.
He podido comprobar
como si alguien me ve reír,
me acepta con mejor agrado de manera social y a su vez, me valora como una
persona agradable con la que poder conversar para “echar” esas risas que tanto buscamos hoy en día.
Pero si hoy decido
llorar, si decido compartir mis lágrimas contigo, entonces puede ser que la percepción que tienes de mi
pueda cambiar. Me verás
como esa persona adulta y segura que supones soy, olvidando cuando de pequeños nos atrevíamos a llorar sin
ningún tipo de disimulo.
Ahora que tu y yo somos adultos, parece que el mejor lugar para llorar es la
soledad, o en el mejor de los casos, intentamos evitar esa sensación de contener las lágrimas que sientes, las cuales se te escapan por tus ojos en demasiadas ocasiones.
Hoy en día, muchas son las
personas que se apoyan en ese nuevo estatus creado para beneficio de unos
pocos, y que han bautizado como la “nueva felicidad”.
Esas personas son las mismas que han olvidado compartir a la hora de dar sus “charlas” que llorar también es necesario para ser feliz, ya que las
lágrimas son capaces
de liberarte tensiones, suavizar ese exceso de ansiedad que te acompaña con más frecuencia de lo
que te apetece realmente y te ayuda a conocerte un poco mejor. Si sumas todas
estas virtudes, podrás
comprobar como dicha suma te facilita ser una persona más abierta a la hora
de relacionarte con tu pareja, con tus amigos o con tus compañeros de trabajo.
Hace ya tres meses
se marchó de mi vida una persona muy cercana a mi. Una persona
que con su saber estar, me ayudó a superar muchos de
los surcos que hasta ese momento se habían cruzado en el camino de mi vida. Desde
ese día y hasta este mismo
momento mi mente no me ha permitido derramar una sola lágrima por su
ausencia.
Maldita conciencia
del que dirán, siento pena de mi
mismo… ¿Tan adulto me considero que he olvidado mis lágrimas en algún cofre cerrado bajo
llave?. Quiero, necesito volver a ser ese niño que tantas veces añoro en mi relación con los demás y conmigo mismo.
La tristeza en la
mirada de personas cercanas a mi estos últimos días, me ha hecho darme cuenta de que
llorar, en ciertos momentos, no puede ser tomado como una muestra de debilidad,
ya que las lágrimas también forman parte de mi
organismo, de mi ser. Necesito que mis lágrimas sean ese mecanismo que me ayude a
liberar esas tensiones que mi cuerpo ha decidido acumular en forma de dolor de
cabeza, dolores estomacales, insomnio y piernas excesivamente cansadas. Sumado
a todo esto, es importante que conozcas como muchos expertos han demostrado que
las personas con mayor porcentaje de depresión son las que menos lloran, ya que su
cerebro simplemente se apaga funcionalmente y esto deriva en una indiferencia
ante el dolor.
Sin dolor, el ser
humano no reacciona con la premura que muchas veces tu organismo reclama y
terminas por convertirte en un ser aislado. Acumulas tantas lágrimas, que terminan
por corromperse y ese agua sucia termina por inundar tu maravillosa mente.
Necesito liberar mis
lágrimas para que mi
balsa de emociones vuelva a ser ese lago sereno y hermoso que tantas veces he añorado estas últimas semanas.
Lanzar mis redes para lograr pescar algunas de esas emociones negativas que
llevan flotando ya demasiados días
sobre mi mente, para de esta manera aprender de ellas y gestionarlas.
Y te dijo todo esto
porque hoy he decidido cobijarme, el tiempo que crea necesario, en ese espacio
que es sólo mío. Un espacio donde
mi amiga la soledad acompañará a cada una de esas lágrimas que necesito sacar de mi cuerpo.
Para liberarme, para limpiarme, para continuar siendo quien realmente quiero
ser. Una persona que ríe
para ser feliz, pero que también
llora para ser aún más feliz todavía, porque he
entendido que ambas opciones forman parte fundamental de mi vida.
Hoy lloraré por los que ya han abandonado esta vida, por los que
decidieron que nuestro caminar terminaba en un momento concreto, por los que
veo que sufren cerca de mi, por los que dicen ser felices y observo un gran
lago de lágrimas en su mirada.
Tengo tanto que
llorar, que liberar, que también
lloraré por mi, porque necesito limpiarme interiormente, al
igual que lo hago en el exterior de mi ser.
Ahora debo
abandonarte, perdona mi premura, pero mi amiga la soledad me reclama, sencillamente
para llorar juntos…
Adolfo López
Coach/Trainer Educativo y Personal
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