Me acaban de decir que el sobrino de unos
amigos nuestros se ha muerto a los 13 años de edad.
… Y ahora qué? Esos padres, esa familia, sus
amigos, qué pasa con ellos?.
El niño está en el cielo, él ya ha dejado de
sufrir dolores, incomodidades médicas, la soledad de los hospitales, pero… y
los padres,… ahora qué? Han sufrido con el niño, han llorado viendo sufrir a su
hijo pero … ahora qué?.
Algunos pueden pensar que empezó su calvario
a partir de la muerte de su hijo, otros, que su sufrimiento empezó el día del
diagnóstico y que durará hasta el día que se mueran. Puede ser verdad, yo no digo que no pero superarlo o aceptarlo depende muy mucho de su
actitud, de sus pensamientos, de sus creencias,
de sus decisiones.
La familia es cristiana creyente y eso les ha
ayudado en el día a día de la enfermedad.
No lo pueden entender de otra
manera.
Ver como sufre tu hijo con la enfermedad, con
las pruebas médicas, con los agotadores días de hospitales con sus largas
noches, si no es con la ayuda de Dios no se puede soportar (Dios te pone una
venda en los ojos, te va dando “gracias” para poder soportarlo), pero ….. ahora
qué?....
¿Quién sosiega el alma de este dolor tan
intenso?
¿Cómo se mitiga este sufrimiento?, ¿Cómo se sobrelleva sobrevivir a tu hijo de
13 años?.
¿Cuando se empezará a pasar todo esto?, ¿Cuando se empezarán a aceptar este vacío en
nuestra vida?.
¿Cuanto durará este desasosiego?.
¿Por qué Dios ha permitido que un niño de 13
años se vaya cuando aún no había empezado a vivir?.
¿Para qué
pasamos por este sufrimiento?, ¿Para qué Dios lo permite?.
Todas estas preguntas e infinitas más invaden
tu mente, día tras día, segundo tras segundo hasta llegar casi a
enloquecerte. Para obtener y dar
respuesta se debe tener visión sobrenatural. Creer en la existencia de alguien
superior y perfecto que nos adora y desea lo mejor para nosotros, alguien que
piensa y actúa en otra dimensión, con otros tiempos, ayuda. Debemos confiar el
Él, aceptando, no sin esfuerzo y con
voluntad, conociendo que Dios escribe derecho con
renglones torcidos.
Ana Carrillo
Coaching Religioso
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