He Estado la semana pasada en un Congreso en Ávila sobre Santa Teresa
de Jesús.
Una mujer fuerte, decidida, que padecía enfermedades físicas. Siempre estaba mala pero lejos de venirse
abajo, miraba la Cruz y le daba fuerzas para seguir hacia adelante aun cuando,
por sus enfermedades, sólo quería estar en la cama.
Tuvo veinte años de sequía espiritual, años donde sufrió muchísimo por
no encontrar a Dios. En esos veinte años
no paró de buscarlo. Lejos de abandonar,
seguía con “determinada determinación” en su empeño por encontrarlo.
Tenía fija una meta: llenarse de Él y aunque no sentía su presencia ni
que estuviera a su lado, insistía en buscarlo con persistencia y constancia.
¿Cuántas veces cuando no alcanzamos nuestra meta, nos venimos abajo y
abandonamos?
Cuando te encuentras con dificultades en tu camino hacia tu meta, ¿qué
haces?
¿Abandonas a la más mínima?
¿Sigues?
¿Te replanteas tu manera de
andar hacia ella tu meta o abandonas directamente?
¿Eliges otro camino?
Dos palabras que me han parecido “totales” y muy significativas en la
vida de la Santa han sido “Determinada determinación”.
“Determinada determinación”… comenzar a avanzar con decisión, alegría,
entusiasmo hacia donde tú quieras ir, hacía tus objetivos, hacia tu meta, sin
importar las dificultades (que llegarán) pero con constancia, persistencia, sin
prisas pero sin pausa. Así actuaba la Santa y alcanzó su fin, gozar de Dios.
¿Cuál es tu fin?
¿Has comenzado tu camino?
¿Cómo lo has hecho, con alegría, con “determinada determinación”?
Cuando nos marcamos una meta, cuando hemos elegido un camino hay que
empezar a caminar sabiendo que al abandonar nuestra zona de confort pueden
aparecer nuevos problemas, nuevos miedos, inquietudes pero con “determinada
determinación” y con ayuda de Dios, alcanzaremos nuestro objetivo marcado, nos
acercaremos a nuestra meta.
Podemos quedarnos en casa, en esa zona que abarcamos, donde todo
conocemos y controlamos pero,
¿estás satisfecha/o?
¿te conformas con esto?
¿quieres crecer más?
¿creces quedándote ahí?
Puede llegar un momento que nos quedamos estancados espiritualmente,
no crecemos, nos oxidamos y dejamos de practicar, nos volvemos huraños o
cómodos, “con cumplir las normas es suficiente”, dejamos que los demás hagan las cosas que nos
corresponden hacer a nosotros y además
si seguimos así, podemos llegar al abandono, “total tampoco sentimos nada… no es
para tanto”.
¿Es eso lo que quieres?
¿Eso lo que buscas?
¿Te merece la pena?
Como he dicho antes, al salir de la zona de confort pueden aparecer
dudas, miedos, y eso asusta, nos puede incluso paralizar y echarnos para atrás,
pero se pueden superar, los miedos se superan enfrentándonos a ellos y las
dudas se disipan por medio de la oración y conversaciones con personas de
nuestra confianza, pidiendo ayuda y con nuestra voluntad.
Con “determinada determinación” podemos llegar donde queramos,
conseguir todo lo que nos propongamos y sobre todo avanzar por esos días o años
de sequía que acabarán en un oasis de
amor, que nos llenarán de frutos y
felicidad al llegar a la meta de nuestro camino elegido.
¿Por qué parte del camino vas?
¿Has superado tus dudas?
¿Te has enfrentado a tus miedos?
¿dónde quieres llegar?
Ana Carrillo
Coach Personal y Religioso
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